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8 jul 2009

El país de las maravillas



Empecé a sentir curiosidad por Michael Winterbottom a raíz de ver Génova. En contra de algunas opiniones , no me disgustó la manera un tanto desprovista de sentimentalismo con que trató el tema de la pérdida de alguien querido y el intento de comenzar de nuevo envolviéndolo todo con un ambiente ajeno y extraño. A veces la soledad y el vacío es más ostensible precisamente por la parquedad de las manifestaciones de dolor ante la pérdida, por ese parecer anonadado, por el vagar sin sentido intentando asumir lo que parece inasumible.
Después vi El perdón, un western bastante atípico que me confirmó lo que ya había intuído, que M. Winterbotton era un director diferente con una sensibiidad especial para un tema recurrente en sus películas: la soledad en multitud de formas.
Y hoy he visto Wonderland y me ha encantado; una película sencilla y compleja a la vez que trata, como no, de la impotencia y desconsuelo que produce esa soledad cuando además estás rodeado de personas con las que no se es capaz de entablar una relación medianamente satisfactoria. Es esa búsqueda del otro, de los otros, lo que da algo de sentido a la vida. También tiene otra particularidad: la visión que da de esa otra sociedad inglesa, más oscura, sin el encanto fácil, pero mucho más creíble y sincera. Porque efectivamente no estamos en el país de las maravillas. ¿O sí? Porque hay esperanza. Para casi todos.

3 jun 2009

Emma Thompson


No me canso nunca de verla ¿actuar? No sé si actúa o tiene múltiples personalidades. Y da igual el papel que interprete: te lo crees a pies juntillas. Acabo de ver Nunca es tarde para enamorarse, previsiblemente una previsible comedia romántica pero ella y Dustin Hoffman llenan la pantalla, sobre todo ella, que te transmite fuerza, honradez, sensibilidad...En fin, que salí con una sonrisa felizmante instalada en la cara, después de un rato agradable. ¿Qué más voy a pedir? ¡Romántica al fin!

28 may 2009

Déjame entrar


Ahora que está tan de moda la temática vampírica/amorosa, se podría pensar que una película con ese título tan sospechoso sería más de lo mismo. Nada más lejos de la realidad. Empezando por la localización de la acción en una zona suburbial de Estocolmo, en uno de los países europeos paradigma de la sociedad del bienestar. Se palpa la miseria física y humana, miseria que ya aparecía en los libros de Sjöwall y Wahlöö (¿recordais la serie del comisario Martin Beck?) o en los más recientes de Henning Mankel con Wallander. Se siente la opresión a que están sometidos los personajes y todo el tiempo te envuelve un ambiente de oscuridad, de soledad (esos increíbles paisajes nevados ayudan), con un punto de vista que te lleva a la sensación de una permanente observación, de desasosiego. Y a pesar de todo esto, de situaciones de acoso y maltrato, de gente perdida y sin rumbo, dos personas, en este caso adolescentes pero eso da igual, se encuentran y, siendo tan diferentes, crean un lazo afectivo que les supondrá la salvación, su salvación. Sí, uno de los dos es vampiro, pero podría ser cualquier otra cosa igualmente diferenciadora. La esperanza, al fin.