19 jun 2009

Miles de ojos observan

Es amor adolescente, radical, completo, absorvente. Ése que sólo puede darse en épocas vitalistas, esperanzadoras, desconocedoras de límites, en las que todo parece posible. Es increíble cómo alguien puede llegar convertirse casi en obsesión y en objeto de culto. Él no se da cuenta, pero miles de ojos le observan, analizan sus menores gestos, estudian las transformaciones físicas que sufre a lo largo del tiempo, como entomólogos ante un espécimen verdaderamente valioso. Acumulan información a través de un montón de páginas en internet. Perciben la inseguridad creciente, los cambios de intereses, los éxitos y fracasos. Miles de fotografías registran los buenos momentos, el disfrute del éxito pero tambien los signos de cansancio, la tristeza que se instala cada vez con más fuerza, las tenues arrugas que aparecen alrededor de los ojos como espículas solares. Multitud de cámaras registran el rostro cada vez más impenetrable, sin la expresión sincera, amable, acariciadora y satisfecha de los primeros momentos. Es como si esos miles de miradas observadoras lo fuesen desgastando y transformando poco a poco. Un incansable Gran Hermano le controla. Y nos controla. ¿Merece la pena? Si Orwell levantara la cabeza...

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